Una reflexión desde nuestra Ingeniería de la Vida Creativa

La frase “arréglate conmigo” o «get ready with me!» me da hasta escalofríos. En algún punto, entre el diario de gratitud y el séptimo suplemento de la mañana, el «wellness» dejó de ser un refugio y se convirtió en otro pendiente más en la interminable lista de cosas que “debes hacer”.

Es la locura de nuestra era: me estoy quemando intentando prevenir el burnout; me estresa no estar haciendo suficientes prácticas para reducir el estrés; me canso de tantos protocolos para “recargar energía”. He caído en una paradoja, y como Ingeniero de Sistemas, veo un fallo de diseño garrafal.

El Wellness: El Nuevo Teatro de la Productividad

Hay autores que definen esto como el «nuevo teatro de la productividad». Ya no basta con ser eficiente en el trabajo; ahora tienes que ser eficiente en tu descanso. Nos encontramos ahogados en checklists de auto-mejora: journaling, 10,000 pasos, meditación, suplementos… y, aun así, llegamos a la junta de las 9 a.m. más fritos que un huevo.

Lo más grave es cómo el autocuidado se ha transformado en una métrica de éxito. Ya no lo haces por ti, sino para demostrar que te estás cuidando. Es una forma de auto-vigilancia constante, donde curamos la prueba de nuestro bienestar para una audiencia, real o imaginaria.

El sistema es absurdo: sabemos que la cultura del hustle (significa esforzarse al máximo, moverse rápido o buscar oportunidades con iniciativa) nos daña, pero la solución que nos venden es más hustle, maquillado de bienestar. Nos venden esperanza en rutinas de mañana de miles de pesos. La mayoría de nosotros, como padres y profesionales, no podemos simplemente tomarnos seis meses sabáticos. Los sistemas de bienestar deben ser robustos, no parches caros para una herida que necesita sutura.

El Mito del Influencer de la Mañana

Hay una creencia colectiva: «Si no haces yoga y meditas a las 5 a.m., estás fallando como adulto».

Mucha gente lucha contra su cronotipo natural, levantándose a horas inhumanas solo para encajar esos rituales instagrameables. ¿Por qué? Porque una «máquina de contenido distópica» nos ha convencido de que un solo producto o hábito es la ‘bala mágica’ que cambiará todo.

Aquí es donde entra la Ingeniería: el autocuidado real es sobre sustracción, no adición. Ningún baño de burbujas va a resolver el burnout. El enfoque debe ser eliminar lo que te drena, no apilar más obligaciones sobre tu agenda ya saturada. Enfócate en proteger tus límites y quitar ese ruido de fondo.

Mi Prueba de Fuego: ¿Es Sostenible de por Vida?

La terapeuta Katherine Morgan Schafler da una fórmula infalible para salir de esta trampa: simplicidad y sostenibilidad. Antes de adoptar cualquier práctica, pregúntate, ¿lo haré con gusto por el resto de mi vida?

Por ejemplo, yo amo la bici y el box. Pero si me forzo a un entrenamiento de 2 horas diario cuando mi agenda no me lo permite, eso no es wellness, es tortura. Es mejor una caminata de 15 minutos que un plan de gimnasio que abandono a los 3 meses.

Y la joya de la corona, el permiso que todos necesitamos: «Se supone que debes disfrutar de tu vida.»

La diversión no es un lujo, es una métrica esencial de bienestar mental. Si tu rutina formal de autocuidado se siente como un deber tedioso, es momento de ajustarla. Confía en lo que te pide el cuerpo, no lo que te dice el influencer.

Quizás el acto más radical de autocuidado es simplemente darte permiso para hacer menos. Si tu rutina se siente como otro trabajo, no es cuidado, es cumplimiento. Y como ingeniero que busca la eficiencia, te digo: ese es un sistema fallido. Y tienes todo el derecho a «debuggearlo» o, mejor aún, a desinstalarlo.

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